El 71 % de la superficie de nuestro planeta se encuentra cubierta por agua. Esta no se encuentra inmóvil en un sólo lugar, sino que por el contrario está en constante circulación, cambiando de estado (sólido, líquido o gaseoso) permanentemente. A este movimiento continuo del agua se lo conoce como “Ciclo hidrológico” o “Ciclo del agua”.
Para comprender el funcionamiento de este ciclo, debemos saber que la energía solar evapora el agua de los océanos. Una porción del agua evaporada retornará a los mismos a partir de las precipitaciones, mientras que la otra parte se trasladará al continente en forma de vapor, para volver a la tierra, según el clima como lluvia o nieve.
Parte del agua precipitada sobre la superficie escurre hacia cuerpos de agua superficiales, mientras que otra parte se infiltra en el terreno y pasa a formar parte de los reservorios subterráneos.
Del volumen total de agua de nuestro planeta, el 97.5 % es salada y se encuentra en mares y océanos, mientras que sólo el 2.5 % corresponde a agua dulce y la podemos hallar distribuida de la siguiente manera: el 69% se ubica en casquetes polares y glaciares; sólo el 1% está presente en ríos, arroyos, lagos, humedad del suelo y atmósfera; y el 30% restante se encuentra en lo que llamamos “aguas subterráneas”, constituyendo la mayor reserva de agua dulce en estado líquido que tiene nuestro planeta.
De ahí deriva la importancia fundamental que posee el agua subterránea, y la necesidad imperiosa de protegerla, por eso es fundamental conocer sus características y comportamiento.
El medio subterráneo está compuesto por partículas sólidas, granos, minerales y poros entre ellos. Cuando el agua de lluvia se infiltra, una parte es absorbida por las raíces de las plantas y la restante desciende por acción de la gravedad hasta llegar a una zona llamada “saturada”, es decir colmada de agua.
El agua alojada en esos reservorios, es lo que llamamos “agua subterránea”, y constituyen sistemas dinámicos en donde el agua fluye lentamente, pudiendo permanecer un período de tiempo muy variable, desde días hasta cientos de años, dependiendo su recorrido, de la “zonas de recarga” hacia la “zona de descarga”, esto es, mares u océanos.
Los acuíferos son aquellos reservorios subterráneos en los cuales el agua puede circular, y del cual se pueden extraer cantidades significativas de agua, teniendo especial cuidado de no sobreexplotar o contaminarlos.
El noreste de la provincia de Buenos Aires posee dos importantes acuíferos, el Pampeano y el Puelche, siendo este último uno de los más importantes de nuestro país por su nivel de productividad y calidad de agua.
La extracción de agua de los acuíferos se hace a través de pozos que deben tener características muy específicas para no dañarlos (llegando en casos extremos a su agotamiento) o alterar su calidad.
Existen diferentes problemáticas que afectan los acuíferos, como ser la sobreexplotación, la intromisión salina o la contaminación, que puede producirse tanto en ambientes urbanos como rurales.
Por ello, si bien el agua en función del ciclo hidrológico se considera un recurso natural renovable, su uso inadecuado o su contaminación, pueden convertirlo en no utilizable o agotarlo.
Conocer las características y función del agua subterránea, nos ayudará a tomar conciencia de la importancia de su cuidado y preservación; te invitamos a ver este video y a que nos comentes que te pareció.