Cada 22 de mayo se celebra el Día Mundial de la Biodiversidad, una fecha que nos invita a tomar conciencia sobre la importancia de proteger la variedad de vida en nuestro planeta. La biodiversidad no solo se refiere a las plantas y animales que conocemos, sino también a los ecosistemas en los que viven, como bosques, humedales, ríos y lagos.

Uno de los elementos clave para preservar esta biodiversidad son las cuencas hídricas, que son las zonas geográficas donde el agua de lluvia escurre hacia un mismo río, lago o mar. Estas cuencas no solo abastecen de agua a millones de personas, sino que también son hogar de una enorme cantidad de especies.

Cuando cuidamos una cuenca hídrica, estamos cuidando mucho más que el agua: estamos protegiendo los suelos, los bosques y todos los seres vivos que dependen de ese equilibrio natural. La contaminación, la deforestación y el uso inadecuado del suelo pueden dañar gravemente estas áreas, afectando tanto a la calidad del agua como a la vida que la rodea.

Por eso, este Día de la Biodiversidad es una buena ocasión para recordar que todos podemos hacer algo para cuidar nuestras cuencas: reducir el uso de productos contaminantes, respetar la vegetación nativa, no tirar basura en arroyos o ríos, y participar en actividades comunitarias de limpieza o educación ambiental.

Desde nuestro organismo, trabajamos todos los días para preservar las cuencas hídricas, entendiendo que su protección es esencial para asegurar agua limpia, conservar la biodiversidad y sostener la vida en todas sus formas.

Cuidar las cuencas es cuidar la biodiversidad. Y cuidar la biodiversidad es cuidar nuestro futuro.